Este modelo se enmarca dentro de la iniciativa del Ministerio de Sanidad en relación a la estrategia de prevención de la obesidad y para unificar los diferentes modelos que la industria alimenticia estaba desarrollando, creando una mayor confusión en el consumidor.
Este sistema no ha sido creado a la ligera, lo desarrollaron un grupo de investigación de Oxford en 2005 y ha sido avalado por la FSA ( Food Standars Agency - el departamento británico que se ocupa de la salud pública y la seguridad de los alimentos) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), entre otros organismos internacionales.
La decisión de la clasificación se basa en un algoritmo y el sistema distribuye puntos en función de los nutrientes. Estos nutrientes se clasifican en buenos ( que suman en la escala) y nocivos ( que restan en la escala). En este sentido, fibras, proteínas, frutas y verduras favorecen la clasificación, por el contrario la grasa saturada, el azúcar y la sal restan.
El objetivo es claro, mejorar los hábitos de consumo y la reducción de enfermedades cardiovasculares y ligadas a la obesidad a través de una información más entendible y precisa a los consumidores sobre los productos que están comprando, formando de una manera pedagógica a los ciudadanos sobre sus hábitos alimenticios.
Eso de leer las etiquetas se nos hace un mundo, vamos con prisa, compramos siempre los mismos productos… por eso iniciativas como el Nutriscore y El CoCo te ayudan a entenderlo y a elegir mejor.
Además al regirse por una escala de colores podemos discernir a vista de pájaro la categoría nutricional asociada facilitando la decisión voluntaria de los consumidores hacia una nutrición más saludable
Hagamos la prueba, coged un producto cualquiera de vuestra despensa y mostradlo a vuestros amigos y familiares durante 30 segundos. ¿Alguno es capaz de decirnos si nutricionalmente es bueno a través de la tabla de ingredientes? No vale basarse en el chico de los abdominales que sale en el frontal del producto ni en el niño sonriente que se come la chocolatina, solo en esos números y letras de tamaño minúsculo del reverso.
Seguramente algunos entendidos lo vean rápido y sepan qué producto coger, pero la mayoría, o no se fijan, o no entienden lo que dice el producto. Es por ello que necesitamos más iniciativas que promuevan el consumo responsable mejorando la calidad de la cesta de la compra.
Este proyecto no es reciente, llevamos años con debates en Europa sobre la necesidad de esclarecer lo que contienen de verdad los productos que consumimos pero, año tras año, la industria lo ha echado para atrás. Claro, no convenía a sus estrategias de ventas el que aparecieran señales de que sus productos son nocivos o no tan saludables. Eso, unido a las fuertes campañas de marketing de la industria, SIN AZÚCARES, SIN GLUTEN, CERO POR CIENTO… han hecho que el consumidor ya no sepa si lo que compra es sano o no, o peor aún, que esté completamente convencido de que lo que está comprando es saludable sin serlo.
La industria ha tomado la iniciativa y creado sus propios semáforos, aunque con unas pautas de medición algo controvertidas. Es por ello que Nutriscore homogeniza esos análisis y nos da la misma información de cualquier producto.
El Ministerio de Salud está trabajando en el texto legal para aprobar su implantación en los envases de los productos. Por ahora, las marcas tendrán todo este año 2019 para implementarlo de manera voluntaria y, según las previsiones, se volverá obligatorio en 2020.
Por su parte, iniciativas como El CoCo tratan, desde ya, de facilitar esta información a los consumidores a través de su app.
¡Que no nos mareen más! Queremos saber lo que estamos comiendo. Y queremos saberlo ya.
En España nos encontramos ante un gran reto, un estudio realizado recientemente por Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) revela que, en 2030, si la tendencia continúa y no hacemos nada para remediarlo, el 80% de los hombres y el 60% de las mujeres tendrán obesidad. Asusta, ¿verdad?
Siempre se han hablado de las bondades de la dieta mediterránea española pero no dejan de aumentar las patologías relacionadas con la obesidad, enfermedades coronarias, hipertensión, diabetes o dislipidemia. Entre otras razones, la dieta es uno de los principales factores de obesidad. Irónicamente nuestra dieta se parece más a una dieta americana que mediterranea.
El gran consumo de alimentos procesados como refrescos o dulces, el marketing agresivo de las marcas y que cada vez nos movemos menos dan como resultado cifras aterradoras para el futuro de los ciudadanos. ¿Caminar y comer una manzana? Mejor ir en un carrito motorizado con una hamburguesa.
Es un buen inicio y, sin duda, forma parte de la solución aunque el Nutriscore no ha estado exento de polémica. Si comparamos una botella de aceite de oliva con una Coca-cola Zero por ejemplo, el aceite saldría perdiendo en el Nutriscore, debido a sus altos niveles de grasa. Eso se debe a que el Nutriscore valora por 100 gramos de producto y no entra a valorar si la grasa es buena o mala.
El Nutriscore es muy útil para comparar productos de una misma categoría. En igualdad de condiciones, se puede saber cual de ellos es mejor. Si comparamos dos cajas de cereales veremos cuál de los dos es más sano nutricionalmente hablando. O si vemos que la bollería industrial se clasifica en rojo sabremos que son alimentos no saludables, por lo que se espera que la gente compre menos productos de esta categoría.
Desde El CoCo vemos de manera muy positiva todas las iniciativas que se dirijan hacia la transparencia de los productos formando a un Consumidor Consciente y una sociedad más empoderada de su elección nutricional.
Tienes el poder de escoger de manera consciente y no dejarte manipular por las técnicas de marketing de las marcas y fabricantes.
Conviértete en un COnsumidor COnsciente.